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LOS VIAJES FAMILIARES (EPISODIO 1)

Como padres, en nuestra generación, los viajes familiares nos generan muchas anécdotas, simpáticas algunas, otras no tanto en el momento, aunque al final, todas se van acumulando en nuestra experiencia y nos hacen valorar más la decisión de involucrarnos realmente en la educación y formación de nuestros hijos(as).

Son justamente en esos viajes familiares, donde si podemos tener una convivencia integral y de 24 horas y no estar solo a tiempo parcial debido al trabajo. Y es un momento ideal para crear esos vínculos individuales de los que tanto he hablado en artículos anteriores.

La emoción inicia cuando definimos la fecha en que podemos ir y escogemos el destino. Cuando hacemos que nuestros hijos(as) participen desde este momento en la vacación, esta nos dura mucha más que solo el tiempo en que estamos fuera de nuestra casa, porque empiezan las preguntas sobre cómo será el lugar, que vamos a hacer ahí y que podremos encontrar.

Pero lo mejor de todo, es que aún las anécdotas más desafortunadas sufridas en estos viajes familiares, con el paso de tiempo se convierten en historias para compartir, buenos recuerdos y sobre todo, vínculos familiares.

Estoy seguro que todos los padres tendremos historias que contar, sucedidas en estos viajes y que cuando podemos recrearlas con nuestros hijos(as), se convierten en grandes momentos de convivencia y nostalgia. Porque no son iguales las anécdotas de viajes cuando los hijos(as) son niños(as), adolescentes o incluso cuando ya son jóvenes adultos.

Yo tengo varias anécdotas, que podría decir, marcaron mi relación con cada uno de mis hijos y con ambos y que cuando caemos en esos recuerdos, nos hacen tener una convivencia e integración familiar muy positiva, pero que además nos permite entender porque somos como somos en el seno familiar.

En esta ocasión contaré dos anécdotas derivadas de estos viajes con mis hijos, las cuales siempre forman parte de nuestras pláticas de recuerdos y nostalgias. Empezaré confiándoles que nos soy el mejor para seleccionar hoteles por Internet, de hecho, por esa razón, resultaron históricas estos dos viajes con mis hijos. Aunque cabe aclarar que estos viajes fueron hace muchos años, cuando no existía despegar.com, hoteles.com y demás páginas que hoy facilitan este proceso de selección y reserva en línea.

La primera historia es un viaje durante un puente, que escogimos ir a Veracruz, mis hijos aún estaban chicos, el menor unos 7 años y la mayor 13 años. Para esto quiero platicarles que por alguna razón, todas las veces que hemos ido de vacaciones al puerto de Veracruz, nos ha tocado “Norte” y nos toca más lluvia que sol. En esa ocasión, no fue la excepción, aunque la experiencia inició un poco antes, cuando se me ocurrió, reservar directamente el hotel desde internet y después de ver algunas opciones, reservé en un hotel llamado “Playa Paraíso” en Boca del Rio. Yo sé que desde el nombre, hubiera podido adivinar que no sería el mejor de los hoteles, pero en su página, la verdad es que se veía muy bueno y tenía una terraza privada de acceso al mar y asumí que era una buena opción considerando la relación costo-beneficio.

Ya desde el camino en el coche, me empezaron a cuestionar por el hotel, pero yo estaba convencido (o eso mostraba) que el hotel sería pintoresco y bonito y estaríamos muy a gusto ahí. Sin embargo, al llegar, tengo que reconocer que habría que darle un premio al fotógrafo y otro al editor de la página web, porque la forma es que se veía el hotel en la realidad, estaba muy diferente a su página. Obviamente, este fue un primer revés en la vacación y después de negociar (discutir) un rato, opté que lo mejor sería buscar otro hotel. Evidentemente, al ser puente, no había demasiadas opciones disponibles y después de recorrer unos 4 o 5 hoteles, llegamos al NH y resulta que ahí tenían disponible una Master Suite, que solo costaba 5 veces más caro que el Playa Paraíso, pero siendo honestos, si estaba mucho mejor el hotel. Así que pues a dar tarjetazo y nos quedamos ahí.

Nos instalamos, nos pusimos el traje de baño y bajamos a “tomar el sol” y disfrutar la alberca y los jardines. El problema es que, por el norte, había unos vientos casi huracanados, que en cuanto ponías el camastro en el lugar que querías, el viento lo levantaba y lo llevaba para todos lados, así que después de varios intentos, decidimos que no era el mejor día para estar en la alberca y aprovechamos para ir al acuario, que dicho sea de paso, es un lugar que se debe visitar, si estás en Veracruz. Recorrimos el acuario, comimos y pasamos la tarde afuera y regresamos al hotel. Durante la noche, cayó un aguacero espectacular y al amanecer resulta que nuestra “Master Suite” estaba totalmente inundada, al parecer no habíamos cerrado bien la puerta del balcón y el agua se metió a la habitación.

Tuvimos que hablar a recepción y que mandaran un equipo de limpieza a sacar el agua y secar el cuarto, esto tardó más de una hora, así que aprovechamos para desayunar, bañarnos y estar listos para ahora sí, poder disfrutar las instalaciones del hotel. Como se podrán imaginar, aunque si había sol, el aire seguía muy fuerte y tuvimos que decidir volver a hacer una nueva excursión fuera del hotel, para poder disfrutar la vacación. Dimos un recorrido por el malecón, por los portales y aprovechamos para comer ahí.

Como el clima no mejoraba, después de comer, no fuimos al centro Comercial y estando ahí, reflexionamos y dijimos, la verdad es que para estar dentro de un centro comercial, nos gustan más los de la CDMX y si es lo único que podemos hacer aquí, mejor regresémonos y eso fue lo que hicimos pasamos al hotel por la cosas y emprendimos el camino de regreso a casa.

La otra anécdota que quiero relatarles es cuando fuimos invitados a la boda de una sobrina en Cuernavaca. A este viaje además de nosotros iba mi hermano y mi hermana cada uno con su familia. Seguramente ellos no conocían o se acordaban de la anécdota que les acabo de platicar, porque me pidieron que yo hiciera las reservaciones de hotel. Gran error de ellos, porque yo, que aún me sentía muy talentoso para analizar por internet, me puse a la búsqueda. La verdad, aún no sé porque no reservé en los hoteles que recomendaban en la invitación de la boda, pero el hecho es que no lo hice y encontré una, según yo “excelente opción” en un hotel de cadena, con un precio competitivo y en un lugar muy accesible. La idea inicial era irnos desde el viernes, aprovechar esa noche para cenar todos juntos, después el sábado podríamos arreglarnos con calma e ir a la boda sin presiones.

Al final, no fue así, nos fuimos el sábado para que las mujeres se pudieran arreglarse sin la humedad de la ciudad y llegaríamos directo a la boda, dormíamos en el hotel y por la mañana del domingo ya teníamos agendado un desayuno con el papá de mi cuñado que vivía en Cuernavaca.

Hasta ahí, todo estaba perfectamente organizado. Mi hermano, que iba con su esposa y sus tres hijos, si se fue más temprano de la CDMX y pasó a dejar sus cosas al hotel y nos encontramos en la boda. Durante el banquete, varias veces salió el tema de que donde nos íbamos a quedar y todos respondíamos muy tranquilos que en el Aristos y tal vez si hubiéramos sido más receptivos, podríamos habernos dado cuenta que la elección del hotel no había sido la correcta, pero ninguno lo notamos.

La verdad es que la boda fue espectacular, todos nos divertimos mucho y aunque empezó desde las 13:00, hubo cena, tornaboda y salimos de ahí, muertos de cansancio y con algunas copas cada uno, hasta después de las 2:00 AM.

Para esto, aclaro que tanto mi hermana como yo le preguntamos a mi hermano, como estaba el hotel y dijo solo “está bien” pero eso, al menos a mí, me dejó tranquilo y pensaba que ya había superado mi error de selección de hoteles por internet. Sin embargo, el primer signo contrario vino de inmediato al ver que el Hotel estaba justo hasta el otro extremo de la ciudad, pero bueno, en madrugada de domingo no había tráfico y como además Cuernavaca no es muy grande, llegamos en media hora al hotel.

Y ahí sí, fue cuando mi confianza se disipó y los reclamos iniciaron. El hotel, se veía que había tenido una época de esplendor pero que esa época hacía mucho que había pasado. Al registrarnos, nos dieron la habitación en el segundo piso del edificio principal, subimos y la verdad es que “el ambiente” del hotel era, por decirlo de alguna manera, muy diferente al que nos hubiera gustado. Nuestro cuarto daba como a un lobby en el que había una mesa de billar y en la cual estaban jugando en boxers un par de señores. Finalmente pensamos, bueno solo es para dormir, así que no están “tan mal”.

Mi hija se quedó con mi hermana y su familia en la boda y salieron una media hora después de nosotros, por lo que llegaron después al hotel. A ellos les dieron dos habitaciones en el piso 8 del edificio anexo y después de comprobar como nosotros que no era el tipo de hotel y de “ambiente” que hubieran esperado, se conformaron pensando como nosotros que “solo era para dormir”.

Sin embargo cuando llegan al edificio anexo, les avisan que el elevador no sirve, así que tendrían que subir caminando hasta el 8o. Piso donde estaban sus habitaciones y que adicionalmente la luz de la escalera no servía, así que tendrían que hacerlo a oscuras.

Obviamente mi hermana se regresó a reclamar a la recepción, pero es lo que había, así que decidió que ya era muy tarde y estaba demasiado cansada para pensar en algo más que dormir y salir al día siguiente de ese hotel. Por supuesto, me hermana me llamó para comentarme todo estos “pequeños detalles” con algo de molestia y a avisarme que iban a pasar mi hija y su hija a mi habitación pro la maleta de mi hija, para que se quedara con sus primas.

Si ustedes pudieran escuchar de voz de mi hija y su prima, el sentimiento y temor de ese recorrido dentro del hotel para pasar a mi cuarto por su maleta y regresar al suyo, seguro que se reirían a carcajadas, pero en ese momento, a ellas dos, no les causó ninguna risa. Bastaría con contarles que cuando llegaron a mi habitación y les abrí, justo en la habitación de enfrente, salió un señor, por supuesto en boxers y camiseta, gritándole algo a su esposa dentro del cuarto y ella respondió aventándole una chancla que casi les da a ellas.

Para dormir, la verdad es que preferimos dormir sin destender la cama y tapándonos que lo que pudiéramos, porque no nos generaba mucha confianza el hacerlo por dentro de la sábana. Finalmente dormimos y la mañana siguiente, solo se trataba de bañarnos y salir de ahí. Mi hermana comenta, que para bañarse de plano prefirió hacer con los zapatos de la boda, porque no se sentía a gusto pisando el mosaico de la ducha y que de plano se sintió como en película de ficheras del cine mexicano.

Finalmente, salimos del hotel fuimos al desayuno y lo más curioso es que a pesar de que la boda fue un evento espectacular, en el desayuno y aún hoy en día, cuando platicamos de ese viaje, hablamos mucho más de las experiencias en el hotel, que del evento espectacular que fue la boda.

Como verán incluso los errores graves se convierten en anécdotas simpáticas, una vez que el tiempo pasa.

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