LAS FIESTAS Y ACTIVIDADES INFANTILES
Durante los primeros años de nuestros hijos(as), cuando están entre el prescolar y los primeros años de primaria, es común que tengan muchas actividades, tales como fiestas de cumpleaños en casa de amigos o en algún salón de fiestas o centros de diversiones, idas a comer a casa de compañeros, clases abiertas y eventos escolares.
Así que vayamos analizando cada una de estas actividades por separado, empezando como lo puse en el párrafo anterior con las fiestas de cumpleaños, cuando son durante la escuela son las menos complicadas para los padres, porque solo hay que mandar el regalo y listo, pero cuando es en casa del festejado, lo primero que descubres es que no porque la escuela esté por el rumbo de tu casa, todos los demás compañeritos viven en ese rumbo. Otra cosa que hay que verificar es que haya una invitación en la mochila de tu hijo(a) o una llamada de la mamá o papá del festejado, porque muchas veces, los niños se ponen de acuerdo pero si no hay adultos involucrados, lo más seguro es que el evento no está programado. A mí, como ya he contado en algún escrito anterior me paso en más de una ocasión, aunque la verdad es que me pasó más con mi hijo el menor que con la mayor.
En general, las fiestas infantiles a las que invitaron a mis hijos, se incluían a los padres, así que asistí a varias de ellas. En las de mi hija, no se permitía faltar, porque curiosamente a ella nunca le gustaba la comida para niños que daban y entonces lo que hacíamos es que yo me comía la comida de niños (que normalmente eran tortitas o sándwiches que siempre llevaban mayonesa y ella detesta la mayonesa desde niña y al día de hoy, la sigue odiando) y le daba a ella mi comida de adultos (Que eran tacos de guisado) y así los dos podíamos comer tranquilamente.
Sin embargo, cuando eran simples comidas en casa de amigas(os) con mi hija no sufría, porque como cuando ella era chica, ambos padres trabajábamos, pues la llevamos a la guardería desde los 40 días de nacida, entonces comía prácticamente de todo (salvo lo que tuviera mayonesa) pero cuando pasaba por ella, siempre me decían, “Que bárbara, es un ángel tu hija, come de todo”.
Con mi hijo, la historia fue muy diferente, desde que el nació teníamos ayuda de planta y no fue necesario llevarlo a guardería, porque el horario de su mamá ya no era tan rígido y la persona que nos ayudaba, de toda nuestra confianza, se convirtió en su nana. El problema surge porque era muy consentido con la comida y solo comía lo que “le gustaba”, pero para empeorar el tema, no le gustaba la típica comida que das a los niños, entonces cada vez que pasaba a recogerlo después de quedarse en casa de un amigo(a), la mamá del anfitrión, me decía, “no quiso comer nada” y la verdad era una pena para mí, pero por más que yo insistía en que probara la comida, nunca lo logré.
En las fiestas infantiles, digamos que el siempre prefería seguir jugando a comer, porque obviamente, tampoco le gustaba la comida para niños de las fiestas, sin embargo, digamos que en las fiestas se podía disimular y no me generaba tanta pena, pero donde si ya no podía disimular era a la hora del pastel, que tradicionalmente a todos los niños(as) les gusta, pero que creen, a mi hijo no le gustaban y de hecho a la fecha no le gustan los pasteles. Entonces llegaba la mamá del anfitrión a decirme, que mi hijo no quería pastel y yo tenía que volver a poner a mi cara de apenado y reconocer que efectivamente, no le gustaba el pastel.
Por supuesto que saliendo de las fiestas infantiles, tenía que pasar a un Mc Donalds a comprarle una cajita feliz, porque como no había comida nada, pues tenía hambre. La verdad es que las invitaciones a comer o a cumpleaños con mi hijo, siempre fueron algo que me generaba presión, porque sabía que iba a hacer un oso, cuando llegara el momento de la comida y por más que le insistía en que, al menos probara la comida y si no le gustaba, pues lo entendería, pero que no dijera que no le gustaba sin haberlo probado, no lograba cambiar su actitud. Seguramente quedaré como un padre consentidor y la verdad es que si, lo fui y lo sigo siendo.
Sin embargo, mi calvario cambió una vez que mi hijo llegó a la adolescencia, porque en esa edad, los jóvenes (más los hombres que las mujeres) siempre tienen hambre y comen mucho, por lo tanto, él, por sí mismo tuvo que empezar a probar otras cosas con tal de satisfacer su hambre y descubrió, que muchas de las opciones de comida que él decía que no le gustaban, resultaba que si le gustaban, así que se reportorio de opciones de comida, creció sensiblemente y hoy, ya prueba todo antes de decir que no le gusta y casi todo le gusta.
Ahora bien, como adultos, asistir a las fiestas de niños de compañeros de escuela de sus hijos, no siempre es divertido, por decir lo menos, porque generalmente se conoce a pocos de los invitados y como todos los papás están pendientes de sus hijos, ni siquiera se pueden tener conversaciones largas, por todas las interrupciones que surgen. Pero cuando tú eres el organizador, son las fiestas más cansadas que hay, incluso comparándolas con fiestas de adultos donde bailes toda la noche, porque son tantas las cosas que hay que hacer en las fiestas infantiles, que no te puedes sentar ni un minuto y resultan agotadoras.
Otro tema son las clases abiertas, porque ahí si cada escuela tiene un formato diferente, por ejemplo las de mi hija, eran normalmente en inglés y era representaciones, por lo tanto, no había competencia entre alumnos(as) y entonces los papás no teníamos que preocuparnos por que nuestro hijo(a) fuera el(la) mejor, disfrutábamos las representaciones y convivíamos entre papás. No eran pesadas ni aburridas y al terminar, podías estar un rato con tu hijo(a) dentro de la escuela conviviendo y después nos retirábamos los papás y los niños completaban el horario.
En el caso de mi hijo, sus clases abiertas, no eran tan dinámicas, básicamente era un día de clase, pero con papás presente. La escuela decía que era para que los papás viéramos la dinámica real, pero lo cierto es que los niños se comportaban diferente, sabiendo que ahí estaban sus papás y entre papás, como que se generaba una “competencia” queriendo que su hijo(a) fuera el (la) mejor. Este tipo de formato, son de entrada aburridos para los padres y no generan interacción entre ellos, por lo tanto, no se fomenta una relación.
Por último, hablemos de los festivales y eventos escolares, que si bien es un gusto ver la participación de tu hijo, esta normalmente dura 5 minutos y tienes que ver representaciones de 2 horas. En lo personal, no entiendo a las mamás o papás que filman el total del evento y por hacerlo, no pueden en directo nada. Yo varia veces, compraba el video del evento, pero la verdad es que cada vez que tratábamos de verlo, era tan aburrido, que nos brincábamos todo hasta la participación de mi hijo(a) y luego de sus 5 minutos de gloria, de plano, quitábamos el video.
Como he comentado en varios escritos, los padres de ahora, invertimos más tiempo en la convivencia con nuestros hijos(as) y esto nos ha permitido u obligado a ser asistentes recurrentes a todos estos eventos infantiles, que eran tradicionalmente exclusivos para las mamás, pero creo que aunque nos dejan algunas alegrías, también no dejan experiencias aburridas, aunque las podemos aprovechar para conocer mejor a nuestros hijos(as) e incluso, nos da la posibilidad de crear anécdotas e incluso vínculos con cada hijo(a).